Aumentar la frecuencia de las relaciones no siempre significa más satisfacción. El placer conlleva un proceso de aprendizaje. Cu...
Aumentar la frecuencia de las relaciones no siempre significa más
satisfacción.
El placer conlleva un proceso de aprendizaje. Cuando descubrimos
algo que nos produce frenesí, como el chocolate o incluso el alcohol, nos
dejamos llevar y tendemos a pensar que cuanto más consumamos, mejor. Sin
embargo, con los años, más que recurrir a un atracón industrial o a
un aperitivo, preferimos disfrutar del momento con un buen chocolate belga o con una copa de vino de Rioja. Empezamos a valorar la calidad
sobre la cantidad. Lo mismo parece ocurrir con el sexo.
Si bien apreciamos una vida sexual activa, parece que en nuestra
satisfacción no influyen tanto los números como lo agradable que haya sido la experiencia. Y es que a veces es preferible un único encuentro que nos
deje extasiados que tener que repetir porque nos hemos quedado satisfechos. Eso es
lo que se desprende de un estudio publico en el que un equipo de
investigadores ha estudiado la relación entre el sexo y la felicidad. Y
su conclusión es: si bien existe una importante relación entre ambos factores,
nuestra felicidad sexual no depende exclusivamente de la frecuencia de nuestras
relaciones.
Tal y como explica , el estudio concentró a parejas, de entre
35 y 65 años, a las que se asignó un número determinado de encuentros sexuales
que debían cumplir. Una mitad debía continuar con su ritmo habitual, mientras
que la otra tenía que incrementar la frecuencia al doble. Después de tres meses
de experimento, se pedía contestar una encuesta en la que se pudo ver que el
grupo con mayor frecuencia sexual no era más feliz, sino todo lo contrario. La
explicación que los investigadores daban a este hecho era que el aumento de la
cantidad de relaciones podría haber llevado a una disminución del deseo y del
goce. Vamos, que te pueden encantar las pastas, pero comerlas todos los días pierden un poco su entusiasmo.
¿Qué consideramos calidad?
Cuando una pareja acude a consulta en busca de consejo para
mejorar su vida sexual "suele ser una cuestión de calidad, ya que la
cantidad no importa si realmente no estamos disfrutando de esos
encuentros". Con un ejemplo, también culinario, relata que "una
persona que se deleita con un buen plato bien elaborado preferirá que tenga
menos cantidad, pero un gusto exquisito y que le transmita sensaciones inolvidables.
En cambio, detestará un plato lleno de comida sin sabor a nada.
Podrá comer y podrá saciarse, pero no sentirá placer. Pues con el sexo, lo mismo. No se trata de que no nos guste
disfrutar en grandes cantidades de aquello que más nos enloquece, sino de que
preferimos apreciar cada bocado.
Una cuestión, que al igual que otros placeres, varía con la
edad. "Es evidente en la consulta que en el deseo se
busca más calidad a medida que cumples años. El transcurrir del tiempo te
vuelve más transgresor, eróticamente hablando. La frecuencia erótica dependerá
de otras variables: pareja, estilo de vida, salud...". La cuestión
entonces es saber qué consideramos calidad, que los sexólogos podría
definirse como "el deseo y juego erótico compartido con la pareja y cuya satisfacción final se resume en una mirada de complicidad entre los
amantes".
Las claves que emplea para trabajar la calidad de las relaciones
sexuales de una pareja en una de sus consultas. Así, fija su objetivo en
conocer la historia sexual de la pareja para reforzar cuestiones conjuntas como
la comunicación, el nivel de intimidad, o algunas más personales como la
autoestima, el concepto de cada uno de ellos sobre el amor y el sexo, o la
inteligencia emocional. "Está claro que al comenzar una relación todo es
nuevo, el deseo es mayor y la pasión aflora a cada instante, pero con el paso
del tiempo esto no es siempre así. Por eso, hay que cultivar estos factores en
la relación, en vez de dejarse llevar por la creencia de que el amor lo puede
todo o de que si llegas al orgasmo eso es que has tenido una buena relación
sexual".
¿Cuestión de números?
Se dice que una mujer puede tener uno o más orgasmos en un coito
de más de cinco minutos, una vez por semana, con un hombre cuyo pene, en
España, tiene una media de 13,5 centímetros. Y si ese no es su caso, ¿resulta
que no tienes una vida sexual sana y normal? Habría que aclarar
entonces que la primera palabra que se destierra en Sexología es precisamente
esa, normal, y en cualquier consulta el término que se cultiva, en
contrapartida, es el de diversidad. Gargallo añade: "Si crees que para
gozar de una buena calidad en tu vida sexual debes mantener como mínimo
relaciones una vez por semana, te sentirás insatisfecho si tienes menos, sin
tener en cuenta qué es lo satisfactorio para ti o si estás cuidando o no otras
partes importantes en tu relación, que son igualmente sexuales, como la
excitación, el autoerotismo…".
De hecho, cuando hablamos de números y sexo, otro problema es que
cualquier estudio lo que suele contabilizar, por norma general, es el número de
penetraciones vaginales, pero no los contactos sexuales entre la pareja, como
caricias, besos o prácticas sexuales que no hayan culminado en coito. Se queja
de ello Santiago Frago: "El modelo cultural erótico de sexualidad en la
Europa Occidental sigue una perspectiva reproductivista y genital en la cual,
la búsqueda del orgasmo obstaculiza la consecución del placer. Se ha perdido
igualmente la idea de versatilidad y diversidad erótica que nos conduce
inexorablemente a un modelo clínico de entender la sexualidad". Quizás si
pensásemos en cuantas veces nos hemos abrazado esa semana, susurrado una
obscenidad al oído, dado un cachete pícaro o un beso intenso e improvisado en
la cocina, descubriríamos que disfrutamos de más sexo de lo que parece.
Deseos contrapuestos y otros misterios
Podemos tener claro entonces que es preferible indagar con calma
en los misterios de nuestra sexualidad, que pensar en cuántas veces hemos
tenido penetración esa semana. La cuestión es que al igual que no hay dos personas
iguales, no hay dos deseos similares, por lo que la dificultad en pareja viene
cuando tenemos diferentes criterios sobre cuánta cantidad es calidad.
Al igual que no hay dos personas iguales, no hay dos deseos
similares, por lo que la dificultad en pareja viene cuando tenemos diferentes
criterios sobre cuánta cantidad es calidad
Recuerda que al principio de una relación parece que todo cuadra a
la perfección. "Pero, poco a poco, dejamos de querer impresionar a la otra
persona, nos sentimos mejor con ella y aparece nuestro verdadero yo, haciéndose
evidente que cada uno tiene necesidades distintas". Ante esa situación
la recomienda aceptarlo y trabajar desde la comunicación y no desde la
frustración. "Como todo en las parejas lo primero es empatizar, comprenderse,
respetarse y buscar un acuerdo.
No sirve de nada echarle la culpa a la otra
parte y no ver qué está en tus manos". Así que la mejor opción pasa
"por dejar la crítica a un lado y hacer propuestas, innovar o por indagar
en qué es lo que apetece o qué es lo que no apetece y tal vez descubramos que
nuestra pareja sí está por la labor de otro tipo de relaciones que no tienen
por qué resumirse siempre en un coito".
Y es que un masaje relajante al
llegar a casa puede incentivar más el deseo que un codazo con un ¿te apetece?.
(Y ojo, eso es tanto para ellos, como para ellas, que también es hora de
desterrar el falso mito de que a los hombres siempre les apetece, nos recuerdan
los especialistas). Todo ello sin olvidar, además, que nuestra sexualidad es
nuestra, y que si bien compartimos parte de ella con nuestra pareja, no hay que
dejar de cultivar el mimo por uno mismo a través del autoerotismo.
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