Nació en Bocas del Toro, el 17 de octubre de 1926. Fue conocido como Lord Cobra a lo largo de su vida, y fue la ciudad de Colón, sin emb...
Nació en Bocas del Toro, el 17 de octubre
de 1926. Fue conocido como Lord Cobra a lo largo de su vida, y fue la ciudad de
Colón, sin embargo, que presenció el crecimiento y desarrollo de una carrera
artística que comenzó casi accidentalmente a la edad de los 16 años, cuando,
junto a algunos de sus amigos, comienza a improvisar y componer canciones que
eventualmente se convierten en legendarias a lo largo de todo Panamá,
Centroamérica y el Caribe y todo el mundo. La fama del canta autor Señor Cobra,
incluso llegó a ser algo de esperar para sus aficionados ansiosos de escuchar
sus tesoros folklóricos. Su fama llegaría a la gran manzana de New York,
Alemania, Grecia, la India, Londres y otras ciudades asiáticas en el mundo.
Desde muy joven, Lord Cobra, estuvo rodeado
de músicos que se apodaban “Los Hijos de Antillanos,” grupo musical que
desarrolló nuestro Calypso panameño por aquellos años en que se insertaban
sabores panameños. Es eso que siempre ha distinguido ese género de otras
variantes en la región del Caribe que es de donde provino el género musical
poetizado. Los integrantes del grupo musical “Los Hijos de Antillanos” fueron
de los primeros en grabar y popularizar la mayoría de las piezas del repertorio
del trovador. Lord Cobra llegaría a hechizar a sus seguidores y fanáticos
panameños con su repertorio único, y fue su innato talento para rimar en
español que le gana tanta popularidad en ese entonces, algo muy inusual en
Panamá.
Sus hazañas musicales se convierten en
colecciones de sus canciones grabadas en discos de vinil- L.P., o discos de
larga duración- que aun forman parte de colecciones privadas celosamente
custodiadas por sus propietarios. Hoy siguen siendo parte de nuestros tesoros
culturales intangibles esos discos que fueron producidos en la etiqueta
comercial Loyola, y que incluyen las piezas más populares de su repertorio como
fue “Banana,” “Christie,” “Bautismo,” y ese popular “The Man with the Big
Suitcase,” (“El Hombre de la Maleta Grande”). Su amplio repertorio comprende
las composiciones más raras y cotizadas en nuestra historia cultural.
Como autor, él mismo admitió de haber
compuesto por lo menos 40 canciones. Era así tan popular que sus Calypsos
fueron reconocidos por su irresistible ritmo bailable, y para un público
bailarín estuvo en gran demanda llegando momentos en nuestra historia en que
ninguna de las discotecas bailables respetadas o cabarés, clubes nocturnos, ni
barras en la Ciudad de Colón, dejaría pasar ocasión de contratar los servicios
del gran Señor Cobra. Fue un trovador y poeta del género extraordinario quien
dio a menudo su característico toque de humor a las letras, convirtiéndolas en
parte fundamental de nuestra cultura Westindian y del Calypso enteramente
panameño.
Como compositor musical Cobra fue como buen
sastre ante su mejor confección y escribía las letras de sus composiciones
sentado rodeado de su entorno natural. A menudo se le podía encontrar dentro de
esos límites curiosos del patio interno de un edificio local donde vivía
humildemente. Eran tiempos en que casi todas las ciudades urbanas panameñas
tenían esos casones de madera que hacía juego con los callejones con nombres
conocidos. Aunque fueron muchos los años antes de que se aplicaran las leyes
sobre el derecho de autor, el inigualable ritmo del Señor Cobra prevenía a los
plagiadores presentar sus canciones como suyas.
Cobra en esos entonces se la pasaba
observando y escuchando ocurrencias cotidianas del diario vivir, en especial en
el barrio del “Marañón” que él tanto quería, por ser que ese antiguo barrio era
hogar de pequeñas cantinas poco oscuras, sitios que se llenaban de clientela-
generalmente de vaqueros hediondos ha ganado- y el amargo perfume de vieja
cerveza derramada.
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