Escrito por: Karina Huc de Jiménez. ¿Qué han hecho de ti, mi querido Colon? ¿En qué te han convertido? ¿Como pasaste de se...
Escrito por: Karina Huc de Jiménez.
¿Qué
han hecho de ti, mi querido Colon?
¿En qué te han convertido?
¿Como pasaste de ser La Tacita de Oro, a una
taza de inodoro?
No, no
me lo tomes a mal querida provincia. No te lo digo para ofenderte, te lo digo
porque me duele... me duele mucho.
Fuiste el sol de un país entero, fuiste puente
que une dos mundos.
Pero sobre todo fuiste excelente madre, a
pesar de que muchos de tus hijos estemos lejos de ti, todos te recordamos con
amor, nostalgia y con muchos deseos que te levantes como el Ave Fénix y vuelvas
a iluminar a Panamá.
Tu
esplendor se opacaba poco a poco, pero nadie lo percibía.
Todavía
se caminaba con tranquilidad tus calles, tus casas de estilo Art Deco decoraban
tus avenidas, tus parques con sus enormes árboles centenarios, servían de hogar
a miles y miles de hermosos pájaros que nos daban los buenos días y que a las
seis de la tarde se despedían para irse a dormir.
Tu brisa
suave y fresca, nos acompañaba a jugar, corriendo por un asfalto limpio, sin
huecos y bien delineado; al que se le ocurriera ensuciarlo era multado para que
aprendiera a mantener limpia su ciudad.
De tu
cuna salieron grandes atletas, cantantes, poetas, actrices, pero también
personajes pintorescos que quedaron plasmado en las memorias de tus ciudadanos.
Tal es
el caso del “Hitler Colonense,” su verdadero nombre era Hugo Enrique Stone
Rocca.
Se dice
que fue a estudiar en Alemania y regresó desquiciado.
Se
vestía con uniforme militar, botas negras, sombrero y bastón, caminaba con paso
firme e intimidante. Su familia era dueña de la “Librería Stone.”
Las personas al verlo cruzaban la calle para
evitarlo.
Mi
padre lo conoció personalmente, decía que era un hombre muy inteligente, que sabía
mucho de política, era educado y hablaba muy bien, pero no se sabe que habría
ocurrido con él para volverse loco.
También recuerdo al señor Herrera, mejormente
conocido como “Benny Moré” por su parecido físico a el cantante cubano.
El
Benny Moré colonense, nació con un problema nervioso y movía su cabeza
circularmente sin parar.
Lo recuerdo porque solía pasar frente a mi
casa todos los días, vistiendo pantalón negro y guayabera blanca.
De
todos los personajes que vienen a mi memoria, no puedo olvidar a “Loca que
pega” así era como la llamábamos, una señora en sus cincuenta y tantos años,
gorda, de la raza negra.
Caminaba por las calles con un palo en la
mano, pendiente a todos lo que pasaban cerca de ella.
El que
se atreviera a mirarla a los ojos corría el peligro de ser atacado a palazo. ¡Yo
le tenía verdadero pavor!
Recuerdo cierta vez, caminando desde calle 9 y
Bolívar hasta la piscina de Arco Iris (una hora de camino a pie) íbamos mi
hermano, dos amigas y yo, en compañía de mi tía, la única “adulta” del grupo.
Mi tía
ve a lo lejos a la gorda que pega y le grita “LOCAAA.”
La
mujer nos miró, apretó los labios con rabia, agarro su palo y corrió hacia
nosotros como alma que lleva el diablo.
¡Mi tía nos gritó “CORRAN QUE NOS APALEA LA
LOCA!”
A mi
corta edad de 7 años nunca había corrido tanto, mis pies casi no tocaban el
cemento, el viento golpeaba duramente mi rostro, forzando mi piel atrás, mis
dientes sobresalían, mi cabello era halado por el viento, mi corazón palpitaba
fuertemente, escuchaba distorsionadamente por la velocidad, los gritos de entre
risas y llantos de mi hermano, amigas y tía.
Llegamos a la piscina en menos de 20 minutos.
Cansados, asustados, llorando y temblando; nos
miramos sorprendidos, soltando una sonora carcajada, aliviados de haber salidos
ilesos de semejante susto.
Mi
adorado terruño, me gusta cerrar los ojos y dejar que los recuerdos me lleven
donde ti.
Me
gusta sentir la brisa acariciarme el rostro, tomarme de la mano y llevarme a
caminar nuevamente tus parques, escuchar risas lejanas de niños, corriendo,
jugado el escondite, la correíta escondida, 1 2 3 pan con queso, la lata o a
patinar por la Martinaisin.
Disfrutar de un delicioso Bon de la panadería
“Colon,” volver a pasar frente al antiguo Teatro América, que ya para los años
ochenta estaba abandonado.
Un
edificio casi en ruinas, entre sus rejas se asomaba una sala oscura, con sillas
dispersas por todos lados y en donde una vez hubo una pantalla, se encontraba
una pequeña luz roja que iluminaba tristemente lo que en su momento fue un
lugar de entretenimiento para familias colonenses.
Cuanto
diera por volver a probar el cangrejo con curry del señor que los vendía frente
al almacén Buenhogar con ese olor tan delicioso que daba fuerzas para hacer
fila y esperar con paciencia ser atendidos.
Cómo
olvidar el aroma de las manzanas y uvas frescas que vendían en la esquina de
calle 9 frente al parque central, durante la navidad.
O la
orquesta que sonaba en la entrada del almacén Flipper, tocando las canciones
del momento e invitando a las personas aprovechar las ofertas que ofrecía el
almacén.
Tu
impresionante arquitectura estaba dividida en dos estilos, Art Deco y Colonial.
Dando un toque moderno y chic a tus calles.
Edificios
como La Wilcox y El Arboix son ejemplos de estos estilos.
¿Pero...
que ocurrió con tu belleza? ¿Como se marchitó de esa manera?
La
chusmería se apodero de mi ciudad y poco a poco fueron llenando tus calles de
mala costumbres, basuras y falta de educación.
La
Wilcox perdió poco a poco sus balcones señoriales, con anexos ilegales que
hicieran sus inquilinos, la basura se convertía en otro vecino más, llenando
sus pasillos de moho y mal olor.
El Arboix no corrió con mejor suerte, sus
paredes limosas, descascarilladas y el poco mantenimiento al edificio, ocultan
la belleza de su fachada.
Así pasó con cada uno de tus edificios, el
paso del tiempo no ha perdonado el mal trato que te han dado alguno de tus
hijos.
Colon,
no tienes comparación.
Podrá haber provincias más limpias, más
cuidadas, más visitadas por turistas, pero jamás habrá una como tú.
Tu
belleza no se basa en tu físico, si no en tu corazón, en los recuerdos que
dejaste impresos en cada uno de nosotros...tus hijos.
Te levantaras, yo sé que te levantaras, atrás
quedaran estos años de olvido y maltrato.
Solo
pido que Dios me permita estar presente y poder ver cuando vuelvas a
convertirte en La Tacita de Oro.
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