Gabriel J. Perea R. | 19 de mayo de 2021
Algunos de mis cientos o tal vez miles de asiduos lectores —bueno, no sé si son menos que los dedos de mis manos— me preguntan porque siendo un ciudadano de la era tecnológica no escribo acerca de tecnología. Cuando esa inevitable pregunta surge, debo cuestionarme, ¿soy o no soy tecnológico?, ese es el dilema.
Si este dilema existencial surge en mi psiquis que puede ocurrir con aquellos que dicen o creen que no están en nada, que eso de la tecnología es para otros, o es un tema que solo dominan aquellos que voluntariamente se sometieron a años de casi votos de resistencia cursando una carrera en la universidad de los tecnólogos. Loor a los sobrevivientes de ese peregrinaje, pues su servidor, es uno de ellos.
Algunos de mis cientos o tal vez miles de asiduos lectores —bueno, no sé si son menos que los dedos de mis manos— me preguntan porque siendo un ciudadano de la era tecnológica no escribo acerca de tecnología. Cuando esa inevitable pregunta surge, debo cuestionarme, ¿soy o no soy tecnológico?, ese es el dilema.
Si este dilema existencial surge en mi psiquis que puede ocurrir con aquellos que dicen o creen que no están en nada, que eso de la tecnología es para otros, o es un tema que solo dominan aquellos que voluntariamente se sometieron a años de casi votos de resistencia cursando una carrera en la universidad de los tecnólogos. Loor a los sobrevivientes de ese peregrinaje, pues su servidor, es uno de ellos.
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