Cuando una persona estornuda, una serie de circunstancias adjudican a este hecho una cualidad diferenciadora que conlleva a ...
Cuando una persona estornuda, una serie de circunstancias adjudican a este hecho una cualidad diferenciadora que conlleva a supersticiones de signo diverso. Los egipcios y los griegos consideraron el estornudo como una advertencia divina y de aquí nacieron diversos agüeros que se consideraban buenos si se estornudaba por la tarde y malos si por la mañana, y/o al levantarse de la cama o de la mesa. Una leyenda cuenta que Prometeo fue la primera persona que deseó salud al hombre que había creado de arcilla cuando éste estornudó al aproximarse al fuego celestial que había robado a los dioses.
La costumbre generalizada en todas partes de decir «Salud » o «Jesús» al estornudar se recoge en la Historia Natural de Plinio el Viejo, XXVIII, v: «¿Por qué decimos '¡Salud!' al que estornuda? Ésta es una costumbre que hasta Tiberio César, según se dice, el más insociable de todos los hombres, solía exigir aun cuando fuese montado en su carruaje, y algunos creen que produce mayor efecto añadir al saludo el nombre del que estornuda».
El saludo pagano fue modificado por los primeros cristianos, sustituyendo la salutación por el nombre de «Jesús». Según refiere el célebre médico árabe Avicena, esto se debe a que el estornudo era el principio de diversas enfermedades y por ello se pedía a Dios que apartase el peligro. También se dice que la expresión «Jesús» se utilizaba para impedir que, al estornudar, el diablo pudiese entrar en el cuerpo por la boca. También entre los judíos religiosos, cuando dos o más congregados están contando alguna cosa, si en ese momento alguien estornuda o suena una campana, carillón o se produce cualquier otro sonido inesperado de esta índole, se dice: emes, que en hebreo quiere decir verdad, porque a través de este sonido se cree que Dios confirma la veracidad de las palabras del narrador. Existía la creencia de que si un recién nacido estornudaba se le consideraba acreedor de buena fortuna.
El número de veces que se estornuda ha dado lugar a diversas interpretaciones: se creía que era bueno si se estornudaba una vez; en cambio dos o más estornudas entrañaban un mal augurio, probablemente porque eran considerados más seriamente como el principio de un catarro. Se dice que si oímos estornudar a nuestra derecha es signo favorable y desfavorable si lo oímos a la izquierda. El momento del día en que se estornuda también tiene gran importancia a la hora de la adivinación: si se estornuda antes del desayuno parece que se tendrán buenas noticias o un regalo.
Otra creencia sostiene que si se estornuda el sábado, cuando comienza a anochecer y se han encendido las luces, durante la semana siguiente se tendrá la buena fortuna de conocer a una persona interesante, pero sin embargo las condiciones serán adversas si se estornuda el domingo por la noche después de apagar las luces.
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